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Lic. Osvaldo Gutiérrez

MEMORIA DE LA PRÁCTICA EN EGB3

MEMORIA DE LA PRÁCTICA EN EGB3

Recordar es traer a la memoria algo, y lo que me piden es precisamente eso, hurgar en mis recuerdos y contar mis experiencias de las prácticas docentes expresándolas en forma de memorias.

A pesar de ser bastante esquematizado por la formación recibida en la licenciatura, en algunas oportunidades y según el tema, me siento mucho más cómodo escribiendo de una forma más coloquial, más libre, sin ataduras. Por eso he creído conveniente salirme en la medida de lo posible, del esquema planteado por la cátedra, porque creo que el tema amerita una forma de escribir no tan estructurada. Espero se me permita tomarme esta licencia.

En principio quiero compartir la experiencia que tuve en EGB3. Las prácticas las realicé en pareja pedagógica con Mariano Maita, en la Escuela Normal Tomás Godoy Cruz, en un 9º año del turno tarde. En este curso estoy dando clases de Historia y Formación Ética desde junio de este año, por esto quiero agradecer al tutor Oscar Reale por la posibilidad que me brindó de poder practicar con mis alumnos. Una experiencia sin lugar a dudas, altamente enriquecedora.

El hecho de que ya conocía la escuela, a sus directivos, a algunos de sus profesores, principalmente a los estudiantes del curso objeto de la residencia y que tenía cierta familiaridad con ellos, hace que las sensaciones que se piden que uno recuerde respecto a las características del establecimiento, el primer contacto con el aula y sus docentes, la experiencia de observación de las clases sean desde un comienzo distintas a las que hubiera experimentado si no hubiese estado nunca en contacto con el curso.

Por eso me gustaría comenzar mis recuerdos propiamente dichos, en algunos sentimientos anteriores a las prácticas. Luego de muchos años de ejercer mi profesión en el ámbito de la administración pública me decidí un poco por vocación y otro, por necesidad a iniciar como docente. Fue así como en junio pasado me presenté a estas horas de Historia y Formación Ética. A esta escuela nunca había entrado, pero era de algún modo muy conocida para mí, por una circunstancia especial que en su oportunidad ya les había comentado a mis compañeros en uno de los talleres. A ella había concurrido mi hermana mayor durante todo su recorrido escolar primario y secundario, por eso mis recuerdos se alejan muchos años atrás. Esos lugares que podía ver ahora, eran los que ella había ocupado, por los que había transitado, jugado, por eso me resultaban conocidos, porque en mi mente cuando niño los había imaginado.

La escuela tiene una larga historia que nace hace 131 años, cuando el Gobernador de Mendoza, Francisco Civit, aceptó la propuesta del entonces Presidente Nicolás Avellaneda de crear una Escuela Normal en la capital de nuestra provincia. La primera directora del colegio fue la Srta. Sarah Boyd, una de las sesenta y cinco maestras estadounidenses que fueron traídas por Sarmiento y que dejaron sus hogares, familias y costumbres para venir a la República Argentina a “Educar al Soberano”. Su lema era “Ni un paso atrás”.  Su objetivo consistía en formar maestras de nivel primario como Profesionales de la Educación, con competencias científicas y técnicas para que contribuyeran a la expansión del sistema educativo  y así se lograra el cambio social.

En el edificio actual la escuela funciona desde 1967 y está destinado al funcionamiento de los cuatro niveles existentes (inicial, primario, secundario y superior no universitario). Debo reconocer que no conocía ni a los directivos, ni a los docentes, ni tampoco la propuesta educativa de la escuela. Pero igual, desde el comienzo, cuando entré a la escuela me sentí a gusto, siempre encontré en el personal directivo, en el de apoyo docente, en los preceptores, en los demás profesores, la apertura, la comprensión, la disposición y la atención necesarias para desarrollar adecuadamente mi tarea docente. Apenas tomé el curso, la vicedirectora me pidió que hablara con la asesora pedagógica del establecimiento. Ella me recibió muy amablemente y me explicó claramente cuál era la propuesta educativa: “educar con exigencia y esfuerzo”, los criterios de evaluación, me facilitó todo el material necesario para saber en qué punto del programa de la materia estaba, y también, aclaró todas mis dudas. Inmediatamente me puso en contacto con la preceptora, quien me facilitó el libro de temas, el cuadernillo de seguimiento donde todos los profesores deben ir colocando sus notas de proceso y de resultado para que la escuela pueda informar a los padres acerca de la evolución que tienen sus hijos en el proceso de enseñanza aprendizaje. Además, aproveché para realizarle algunas preguntas referidas al nivel intelectual y disciplinario de los alumnos, señalándome que eran chicos en general, “buenos”, inteligentes, sin mayores problemas de conducta. Luego me acompañó al curso, hizo que todos los alumnos se pararan al lado del banco para que los pudiera saludar, y después del saludo, me presentó como el nuevo profesor de Historia.

Era mi primera experiencia en la docencia de EGB3, por supuesto existían temores, vinculados principalmente con la posibilidad de no poder cumplir acabadamente con el compromiso asumido: ser el mediador entre el conocimiento y el estudiante, en ese delicado proceso de enseñanza aprendizaje, donde uno puede ayudar a moldear el pensamiento de esos jóvenes.

Pero esa fue mi primera sensación, con el devenir de las clases, el temor fue disminuyendo, empecé a sentirme más seguro, igual nunca me ha abandonado por completo esa primera impresión. Pero parafraseando alguna definición de valiente que se escucha por la calle: “valiente no es el que no tiene miedo sino el que lo enfrenta”, podría decir “no es que mis temores hayan desaparecido sino que los enfrento día a día”. En mis primeras clases traté de poner en práctica muchas de las cosas que había aprendido en el profesorado. Me presenté, le pregunté a cada alumno su nombre, intentando retenerlo, cosa que me resultó muy positiva en las siguientes clases. Los chicos respondían distinto ante un llamado personalizado. No puedo olvidar como una de las alumnas me lo hizo saber al decirme: “profe, usted es el primero que me llama por mi nombre”. Creo que uno también transmite cosas que no puede percibir, pero que los estudiantes si captan, una de ellas recuerdo que me preguntó: “profe, ¿usted tiene esté único curso?”

Es importante aclarar que la mayoría de los chicos son de clase media, de distintos sectores sociales y de contextos muy diferentes. La escuela está situada frente a la Plaza Independencia, lugar al que confluyen todas las líneas urbanas de transporte público de pasajeros, esto hace que los alumnos provengan de todos los puntos del Gran Mendoza y que sea el colegio de educación pública provincial más requerido por la población mendocina, según lo muestran las últimas inscripciones para 8º año para el ciclo lectivo 2010.

Los espacios interiores son amplios, las aulas tiene el tamaño justo para albergar a 30 alumnos, las condiciones de luminosidad y ventilación son buenas. Aún cuenta con pizarrones tradicionales negros para escribir con tiza.

Retomando el tema de la práctica debo señalar que por disposiciones de la cátedra, si quería realizar mi observación en el curso en que ya estaba dando clases, debía observar a mis alumnos en otro espacio curricular afín al que yo daba, y que por razones laborales y la no coincidencia de horarios, tuve que observar una clase de Ciencias Naturales. La profesora a cargo de la asignatura no tuvo ningún inconveniente en que la observara, al contrario se mostró muy dispuesta e inclusive me preguntó varias veces si sólo debía observarla una clase, porque recordaba que en su residencia fue mucho más prolongado el período de observación, alrededor de un mes aproximadamente. Aunque no fuera una materia relacionada con las Ciencias Sociales, igual me resultó muy positivo porque los chicos, estimo que casi no notaron mi presencia en el aula. La profesora les había comentado qué iba a hacer yo en sus módulos, que no los iba a evaluar, que sólo observaría lo que sucedía en la clase. Lo que más rescato de esta experiencia es la comparación que hice entre ciertas estrategias de enseñanza y herramientas didácticas utilizadas por la profesora y las mías, y las diferencias que encontré al cotejar actitudes mías y de ella, algunas similares y otras distintas, adoptadas por la profesora en situaciones análogas frente al mismo grupo de alumnos observados.

Simultáneamente, durante esa semana Mariano Maita realizó sus observaciones en mi clase. Particularmente, no percibí ningún cambio en el comportamiento de los chicos al sentirse observados. Ya les había dicho cuál era la tarea de Mariano en el aula. A pesar de ser observado, considero que desarrollé mis actividades con toda naturalidad, del mismo modo presumo que los chicos tampoco sintieron la presencia de un observador en el aula.

Este proceso de las prácticas docentes continuó con la preparación de las prácticas de residencia. Los contenidos a desarrollar en la primera secuencia didáctica incluían algunos aspectos de la etapa de gobierno del radicalismo (1916 – 1930) que no había alcanzado a terminar de enseñar, fundamentalmente el segundo gobierno de Irigoyen hasta el golpe de Estado de 1930. En tanto, la segunda secuencia tomaba los contenidos referidos al golpe de estado de 1930 y los gobierno de Uriburu y Justo. Durante esas semanas estuvimos en permanente contacto con nuestro tutor, personalmente y por correo electrónico, sus recomendaciones fueron aceptadas, fundamentalmente las referidas a los tiempos asignados al inicio, desarrollo y cierre de la secuencia. Porque Oscar quería que pusiéramos mucho énfasis en el cierre, asignándole no menos de 30 minutos. Creo que logramos darle el perfil que queríamos a las clases y que los tiempos laborales y familiares nos permitieron.

En el inicio de la primera secuencia, planteé una recuperación de conocimientos previos a través de la técnica del torbellino de ideas para hacerles recordar los principales hechos ya vistos, entre ellos la primera guerra mundial, la reforma universitaria, la ley Sáenz Peña, las huelgas de la Patagonia, la Revolución rusa, etc. Habíamos planteado la construcción de un esquema en el pizarrón a partir de las respuestas de los alumnos, pero fue imposible realizarlo porque la biblioteca, que es lugar que tiene televisor y reproductor de DVD para proyectar los videos, no cuenta con pizarrón.

En ambas secuencias preparamos un video de aproximadamente 10 a 14 minutos, extractos de la película “La República perdida”, para el desarrollo de la secuencia.  En ambos casos pudimos advertir que la mayoría de los chicos prestaron mucha atención. Al finalizar les hicimos algunas preguntas relacionadas con lo habían visto, más allá de lo estrictamente histórico, especialmente acerca de las percepciones personales, por ejemplo, qué parte de la película les había llamado más la atención, cuáles eran los personajes principales, si advertían algún sesgo en el relato de los hechos históricos, e inclusive si notaban que algunos hechos habían sido olvidados “sin querer” por el director de la película.

Posteriormente, se completó el tema y se les entregó un texto mediado resumen de la película observada con imágenes de la misma y una guía de análisis de la película para contestar en clase.

A continuación, como actividad de cierre dividimos el curso en grupos por afinidad de no más de 4 alumnos y les propusimos la confección de un afiche, donde volcaran las respuestas a las preguntas de un trabajo práctico que les entregamos en forma conjunta con los materiales necesarios (afiche y fibrón). En la primera práctica, los chicos no tenían muchas ganas de trabajar, porque ese día habían tenido actividad física por la mañana, y algunos no habían vuelto a sus casas. En la segunda secuencia cambiamos un poco las preguntas tratando de que fueran más cercanas a sus realidades, incorporando las reflexiones personales a partir de los hechos históricos observados. Estas respuestas debían escribirlas en un papel afiche, que luego, un poco antes de la finalización de la clase, serían puestas en común. En la primera práctica no nos alcanzó el tiempo para que los alumnos finalizaran el trabajo asignado. El tutor me recomendó terminar el tema abordado en clases posteriores, luego de finalizar las prácticas. Cosa que realicé una vez terminada la residencia en EGB3.

En la segunda práctica, tuvimos más tiempo y también los chicos pusieron más ganas a la hora de confeccionar los afiches. Los alumnos se dirigían de forma indistinta a uno u otro profesor, realizando preguntas o solicitando ayuda al no comprender alguna de las consignas del trabajo práctico. Todos alcanzaron a exponer los que habían escrito y a ponerlo en común con sus compañeros. Las respuestas entregadas daban cuenta de una comprensión del texto mediado entregado como así también, de una buena percepción de la realidad que les mostró la película.

El tutor pasó desapercibido, su participación durante la clase fue casi nula, sólo algunos comentarios acerca de alumnado como que era un grupo muy bueno, no conflictivo o, que el cierre de la primera secuencia debía realizarlo luego en una clase posterior a la residencia. Considero que el acompañamiento por parte del tutor, como también las cosas que nos señaló para mejorar, su presencia permanente antes durante y después de las prácticas, sus aportes y las devoluciones fueron siempre correctas, precisas y oportunas. La comunicación pese a los problemas laborales nuestros y de Oscar fue muy fluida, estábamos en permanente contacto de manera personal, por correo electrónico, o telefónicamente. Lo mismo puedo decir de Hugo Villanueva quien, se comunicó con nosotros en un par de oportunidades por si necesitábamos alguna ayuda.

Y casi en el final, me queda expresarme respecto a los encuentros de preparación de las prácticas y los talleres, creo que fueron en primer lugar muy entretenidos, originales podría ser el calificativo. Me aportaron mucho en el sentido de mostrarme que existen otras alternativas, otras estrategias para dar clases. También el compartir experiencias con otros profesores fue muy enriquecedor, por ejemplo, nunca se me hubiera ocurrido dar el feudalismo a partir de plantear a los alumnos la realización de dibujos de los personajes o construcciones de la época.

Espero haber resumido lo que realicé durante mi práctica educativa en EGB3, creo que es importante hacer la necesaria autocrítica de lo que se ha hecho, en este sentido muchos de los errores cometidos ya han sido revisados y corregidos. El más significativo quizás haya sido utilizar las mismas estrategias en las dos secuencias. Probablemente, la escasez de tiempo conspiró sobremanera en que no hayamos dejado volar nuestra imaginación para brindarles a nuestros alumnos algo distinto.  Finalmente, debo proponer una mejora para el futuro como en toda memoria debería hacerse, tanto para mí, luego de haber realizado la autocrítica, como para la cátedra, porque estoy convencido que no somos perfectos, que todos tenemos errores, unos más, otros menos, o mejor dicho no menos, porque no es una cuestión de cantidad, sino que en definitiva podemos tener distintos errores. Personalmente, sé que debo dedicarle más tiempo a la preparación de mis clases buscando la estrategia adecuada para llegar al alumno, para provocarle el necesario conflicto entre ese conocimiento previo y el nuevo, que lo obligue, que lo incentive a moldear ese nuevo saber para que le sea significativo. Y en relación a la cátedra, expresarle mí profunda gratitud por acompañarnos, comprendernos, aconsejarnos, alentarnos, sugerirnos nuevos caminos de llegada a los alumnos, pero también quiero que intenten realizar su propia autocrítica, principalmente para beneficio de las próximas cohortes.

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